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La religión grecorromana



Apolo derrota a Pitón
Pompeya. S. I d.C.

En sus inicios, los habitantes de Grecia adoraban a fenómenos atmosféricos como la lluvia, el rayo, los ríos, etc., pero con el tiempo pasaron también a rendir culto a piedras sagradas, a animales, como el águila, la lechuza o el caballo. Con los siglos, los dioses se convirtieron en divinidades antropomorfas que se repartían el dominio del mundo. Tienen sus moradas en la cima del Monte Olimpo, en Tesalia, gozan de sentimientos, vicios y pasiones humanos y poseen eterna juventud, belleza y fortaleza. Además, beben néctar y comen ambrosía, lo que les da la inmortalidad.
Estos dioses griegos no se encuentran fuera del mundo de los hombres, sino que forman parte de él, de su naturaleza y de su cosmos e interactúan con los hombres en el mundo.
A pesar de tener apariencia humana, el hombre está subordinado a la voluntad de los dioses y son éstos quienes determinan el destino del hombre y, en ocasiones, los conflictos entre ellos llegan a ocasionar las guerras entre pueblos, como puede ser la de Troya. Es más, un acto de soberbia de un mortal hacia los dioses puede ocasionar una cadena de desgracias para él y para toda su descendencia, como bien refleja Sófocles en el personaje de Creonte.
Fue la religión, junto a la lengua griega, el punto de cohesión social entre las diferentes polis de Grecia. 



Talía, Musa de la comedia
Zeugma, Turquía. S. II d.C.
Junto a los dioses, había otras divinidades y personajes importantes en la Antigüedad a quienes los griegos no sólo rendían culto, sino de los que también aprendían valores mora-les que incrementaban su virtud. Pan, por ejemplo, es el dios de los pastores; Hebe, de la juventud. También se rendía culto a semidioses, hijos de una divinidad y un mortal, como Hércules, Aquiles o Teseo.
Las Musas, inspiraban a artistas, escritores y científicos y eran las encargadas de proteger las artes y las ciencias. Eran hijas de Mnemósine, diosa de la memoria, aunque no se sabe con exactitud si eran hijas de Zeus o de Apolo. Forman parte del séquito de Apolo y se presentan como cantantes en las fiestas de los dioses.



Rito doméstico en el larario
Pompeya. S. I d.C.
El culto a estos dioses podía hacerse de forma privada en las casas, donde se rendía culto a Hestia, a Zeus y a los espíritus de los familiares difuntos a través de ofrendas y plegarias ante altares domésticos.
Para los romanos los cultos privados junto a toda la familia tenían gran importancia. El paterfamilias hacía ofrendas diarias a las divinidades domésticas en el lararium, un pequeño altar situado en el atrio de las casas, donde se rendía culto a los dioses Lares, protectores del hogar, a los Manes, dioses de las almas de los difuntos, y a los Penates, dioses protectores de la despensa.



Tablilla de Pitsa
Corintia. 540 a.C.
Pero los cultos podían también realizarse de forma pública ante los templos mediante la realización de sacrificios de animales, plegarias acompañadas de himnos y cantos y libaciones, es decir, vertiendo vino u otro líquido sobre el altar.
Los himnos y cantos de estos ritos se solían acompañar de liras, flautas y un coro que reforzaba el canto. Los animales sacrificados y el vino restante de las libaciones solía ser repartido entre todos los asistentes al final del acto.



Partenón
Atenas. 447 a.C.
Los templos fueron los edificios más representativos de las religiones griega y romana. El edificio, que albergaba la estatua de la divinidad, fue considerado la casa del dios y el sacerdote era el único que tenía acceso, realizándose los ritos públicos en un altar situado a las afueras del templo.
El Partenón fue erigido por orden de Pericles entre los años 447 y 438 a.C. para coronar la Acrópolis de Atenas, un majestuoso santuario en honor a la diosa Atenea Parthénos, y es uno de los monumentos más importantes de la antigua civilización griega. El Partenón albergaba la imagen de oro y marfil de la diosa, una colosal estatua de doce metros de altura elaborada por el escultor ateniense Fidias.
El edificio mide 70 metros de largo por 30 de ancho y está rodeado por 50 columnas de estilo dórico. En su friso interior está esculpida la procesión de las Panateneas, la peregrinación más importante llevada a cabo en la ciudad de Atenas.



Atenea Niké
Atenas. 447 a.C.
Los templos griegos se situaban en la zona sagrada de las polis, en un lugar diferente al teatro y a la zona urbana, cuyo núcleo era el ágora. Este recinto sagrado era denominado témenos y era el espacio donde rendir culto a los dioses, realizar ceremonias y sacrificios y finalizar los peregrinajes.
El templo de Atenea Niké es uno de los edificios que, junto al Partenón y al Erecteion, forma parte de la triada de grandes templos que coronan la Acrópolis de Atenas. Fue construido por Calícrates en el año 447 a.C. para conmemorar la victoria sobre los persas en la Batalla de Salamina. En su interior hubo una imagen de Atenea alada, personificada como Niké, o diosa de la victoria, a la que se cortaron las alas para que nunca pudiese abandonar la ciudad.



Erecteion
Atenas. 421 a.C.
Los primeros templos de piedra aparecieron en Grecia durante siglo VI a.C. y comenzaron a ser frecuentes en el siglo siguiente. Se erigieron como edificios monumentales que alcanzaron la perfección estética y formal. Los más frecuentes eran los dedicados a Zeus, a Hera, a Atenea y a Apolo.
Situado también en la Acrópolis de Atenas, el Erecteion fue construido entre el 421 y el 406 a.C. por el arquitecto Menesicles para conmemorar la batalla entre Atenea y Poseidón por el patrocinio de Atenas. Se eligió el lugar en el que, según la tradición creció el olivo que plantó Atenea y la fuente que Neptuno hizo brotar tras clavar en el suelo su tridente. El templo, además, rinde homenaje al rey Erecteo, de quien toma su nombre. El edificio presenta una planta complicada, pero elegante, ya que se diseñó como dos templos unidos entre sí. En el Erecteion destaca el Pórtico de las Cariátides, seis estatuas esculpidas con forma de mujer.



Tholos a Asclepio
Epidauro. S. IV a.C.
Otros de los recintos de culto en el mundo antiguo fueron los santuarios, esos grandes centros de peregrinación de carácter cosmopolita a los que llegaban griegos de todas las polis a adorar al dios. Son lugares sagrados, en los que, según las creencias, se manifiesta el poder de un dios determinado de una forma especial (a través de oráculos, curaciones, conjuros, …), por lo que las diversas polis acuden a honrarle y edifican en él sus propios templos y tesoros, en los que custodian las ofrendas al dios.
En los santuarios se celebran grandes rituales en los que participaban todas las polis griegas: obras de teatro, procesiones, competiciones deportivas, musicales o literarias, etc.
En torno al año 300 a.C., el culto a Asclepio se hizo muy popular y los peregrinos acudían sus santuarios para ser curados.
Al noroeste del Peloponeso, en Epidauro, se encontraba el mayor Santuario a Asclepio, y su templo custodiaba la estatua de oro y marfil del dios en un trono y con un perro a los pies.
El Tholos, un templo circular de mármol, albergaba la fuente sagrada.



Templo del tesoro de los atenienses
Delfos. S. VI a.C.
Los templos no sólo se destinaron a albergar la estatua de la divinidad, sino que también tuvieron un uso más práctico: guardar tesoros, regalos votivos hechos en materiales preciosos o en terracota y ofrecidos por la ciudad o por ciudadanos adinerados, salas para banquetes, etc.
Los templos dedicados a guardar tesoros eran pequeños edificios, por lo general en forma de templo, construidos en los santuarios como ofrenda de una ciudad y donde se guardaban las ofrendas que llegaban de ella.
El templo del Tesoro de los Atenienses fue ofrecido por la ciudad Atenas al recinto del Santuario de Apolo en Delfos. Su fecha de construcción es incierta, pero se cree que debió erigir entre final del S. VI a. C. y principios del S. V.



Triada capitolina
Sbeitla, Túnez. S. II d.C.
Al igual que en Grecia en Roma los templos no se edificaron para rezar a los dioses, sino para realizar rituales y sacrificios. En los templos romanos se observan características conjuntas entre los templos etrusco y griego y su construcción por todo el imperio, a medida que se conquistaban nuevos territorios, fue más que notoria.
Uno de los templos característicos romanos tomados de la tradición etrusca fue la llamada ‘Triada Capitolina’, un edificio dedicado a las principales deidades romanas: Júpiter, Juno y Minerva. En Baelo Claudia (Cádiz) y en Sbeitla (Túnez) sus habitantes, en lugar de construir un mismo templo para las tres deidades, construyeron tres templos separados, quedando, así, un conjunto arquitectónico.



Templo a Júpiter
Pompeya. S. II a.C.
Las tres divinidades más adoradas por los romanos, Júpiter, Juno y Minerva compartían templos en casi todas las ciudades. Su interior estuvo dividido en tres naos, dedicada cada una a cada dios.
El Templo de Júpiter en Pompeya, dedicado también a Juno ya Minerva, se erigió en el S. II a.C. y está ubicado en la plaza del foro de la ciudad. En el año 62 quedó seriamente dañado por un terremoto y estaba siendo restaurado en el momento de la erupción del Vesubio.



Sacrificio de un cerdo
Atenas. 510 - 500 a.C.
Los sacrificios de animales se realizaban en los altares de los templos que, como ya hemos dicho, estaban situados frente a la fachada principal de éstos.
Los animales eran llevados en procesión hasta las proximidades del altar, donde, tras una plegaria del sacerdote, eran sacrificados. Los huesos y las vísceras del animal se quemaban en el altar como ofrenda a los dioses y se las comían el sacerdote y los demás oficiantes; el resto del animal se cocía en calderos y era comido por los asistentes al acto.



Egeo consulta a Pitia
Atenas. 450 a.C.
Otra de las prácticas religiosas más comunes en el mundo antiguo fueron los oráculos, recintos sagrados a los que acudían reyes y demás gobernantes para que les fuese adivinado el futuro. Los oráculos sólo podían ser pronunciados por algunos dioses,  como Zeus, Apolo, Afrodita o Atenea, y en los lugares precisos, como Delfos, Dodona, Pafos u Olimpia. Muchas veces, la respuesta del oráculo necesitaba de una interpretación.
El oráculo más famoso está situado en Delfos, a los pies del Monte Parnaso, donde el dios Apolo, a través de la Pitia, desvelaba mensajes ambiguos a los humanos. Fue considerado el centro religioso del mundo heleno.



Discóbolo
Atenas. 500 a.C.
En muchas de las grandes manifestaciones en honor a los dioses que se llevaron a cabo en Grecia se realizaban procesiones, competiciones deportivas, literarias o musicales, representaciones teatrales, etc.
Una de estas grandes manifestaciones fueron los Juegos Olímpicos, celebrados en Olimpia, en Peloponeso, en el santuario en honor a Zeus y a los que estaban invitadas todas las polis griegas. En el caso de que hubiese guerras, éstas quedaban suspendidas durante la semana de Juegos, reanudándose a su finalización.
Además de la importante carga religiosa de los Juegos, con éstos se pretendía fomentar el culto al cuerpo, transmitir la idea de que no hay éxito sin esfuerzo y que con constancia se puede vencer cualquier limitación.



Halterofilia
Atenas. 510 a.C.
Los Juegos Olímpicos empezaron a celebrarse en el año 776 a. C. y tenían lugar cada cuatro años. Al período de cuatro años que transcurre desde el final de unos Juegos hasta el inicio de los siguientes se le denomina ‘Olimpiada’.
Durante los Juegos, se llevaban a cabo diferentes pruebas deportivas: carreras, saltos de longitud, levantamiento de pesas, lucha, hípica y el pentatlón, que constaba de una carrera de velocidad, salto de longitud, lanzamiento de disco, de jabalina y lucha. El ganador recibía una corona de laurel y era recibido en su ciudad con honores.
Además de los Juegos Olímpicos se llevaron a cabo otros, como los Ístmicos, los Píticos, los Nemeos, los Panatenaicos y los de Hera, éstos últimos exclusivamente para las mujeres.



Dionisio y sátiro
Atenas. 490 - 4810 a.C.
Otra de las manifestaciones religiosas en honor a los dioses se realizaba en Atenas en honor a Dioniso: las Grandes Dionisíacas. La ciudad se engalanaba para recibir a los ilustres griegos de todas las polis a quienes el Estado condecoraba por algún servicio especial prestado en beneficio de Atenas.

Una procesión de una estatua de Dioniso recorría las calles de la ciudad, acompañada de un desfile de antorchas que llevaban los jóvenes en edad militar. A este desfile se sumaban igualmente cortejos de muchachas (canéforas) con ofrendas para diversos sacrificios.



Dionisíacas
Atenas. S. V a.C.
Uno de los actos dentro de las Grandes Dionisíacas fueron las representaciones teatrales, un concurso donde tres autores presentaban cada uno cuatro piezas, tres tragedias y un drama satírico. Los principales autores de drama trágico en Grecia fueron Esquilo, Sófocles y Eurípides, tres ganadores de estos certámenes. La extensión de las piezas estaban regulada por las necesidades del programa diario de representaciones.
Además de las tragedias, se cinco comedias. Cada autor presentaba a concurso una sola obra en cada festival. Los autores principales fueron Aristófanes y Menandro.



Corredores durante las Panateneas
Atenas. S. VII a.C.
También en Atenas se celebró otra importante festividad religiosa: los Juegos Panatenaicos, unas competiciones atléticas celebradas cada cuatro años con el fin de conmemorar el nacimiento de la diosa Atenea, protectora de la ciudad.
Competían gentes de todas las edades, ya fueran hombres, jóvenes o niños y estaban acompañadas de festivales musicales, con bailes y cantos, y no se limitaban al público local, sino que tenían un marcado carácter panhelénico. El ganador de las pruebas era recompensado con 140 ánforas llenas de aceite de oliva.


Sacerdotisas creteneses
Cnossos, Creta. S. XX a.C.
En Grecia, todos estos actos y festividades estaban siempre presididos por sacerdotes y sacerdotisas que, ya que no había colegios sacerdotales, habían accedido a esa función por sorteo y, como todo cargo público, tenía una duración limitada. Eran oficiantes de culto que actuaban en nombre de la comunidad. Realizaban los sacrificios, recogían donativos y se encargaban de mantener conservado el templo.
En Roma, a pesar de que las funciones de sacerdotes y sacerdotisas eran las mismas que en Grecia, existieron colegios sacerdotales, como el de los pontífices, el de las vestales, el de los augures y el de los arúspices.



Epitafio a Marco Celio
Boulogne-sur-Mer, Francia. S. I d.C.
Para el hombre grecorromano el destino del alma humana después de la muerte era llegar al Hades tras atravesar la Laguna Estigia en la barca de Caronte, pero para ello había que honrar al difunto con los ritos sagrados, si no el alma no descansaría y vagaría sin rumbo.
En Grecia el rito empezaba por poner debajo de la lengua del difunto un óbolo para pagar a Caronte el trayecto en barca, luego se lavaba el cadáver y se amortajaba y se adornaba con flores. Tras el duelo, se enterraba al difunto a primera hora de la mañana.
En Roma también existía la costumbre del óbolo y, tras velar el cadáver en el atrio de la casa, se formaba un cortejo fúnebre hasta la tumba. Las inscripciones fúnebres solían tener una dedicatoria al difunto y se empleaban fórmulas como RIP (Requiescat In Pace, ‘descanse en paz’), HSE (Hic Situs Est ‘aquí yace’) o STTL (Sit Tibi Terra Levis, ‘que la tierra te sea leve’).



Retrato masculino
El Fayum, Egipto. S. I a.C.
Tanto en Grecia como en Roma se practicaban la inhumación y la cremación de los cadáveres. Los cadáveres cremados se colocaban en columbarios, un pequeño nicho construido en un muro.
En cambio, en la provincia de Egipto, en la región de El Fayum, se continuó con la costumbre de momificar a los muertos, costumbre que venía desde época faraónica y que se seguía practicando a pesar de la ocupación romana de Egipto.



Retrato femenino
El Fayum, Egipto. S. I a.C.
Estas momias datan del período romano que abarca de fines del siglo I a. C. hasta mediados del siglo III D. C. Son un importante documento no sólo para conocer los ritos fúnebres de la época, sino también los tipos de peinado, joyas o vestimenta de moda.



Momia infantil
El Fayum, Egipto. S. I d.C.
Los retratos cubrían los rostros de los cuerpos que eran momificados para su enterramiento y sujetos por las bandas de tela que se usaban para amortajar los cuerpos. Casi todos han sido actualmente separados de las momias. Normalmente, representan a una sola persona, mostrando el rostro o la cabeza y el torso superior, visto frontalmente. 
Estas momias representan un lugar de encuentro entre la pintura griega, la pintura y el arte realista romano y la religión del Antiguo Egipto. Debido a las creencias consolidadas de los egipcios en el tránsito al más allá, era necesario que sus retratos fuesen lo más realistas posibles con el fin de poder ser reconocidos después de la muerte.