Una ciudad romana constituye un
espacio urbano casi perfecto en el que vivir, dotado de todo tipo de servicios
públicos y avances que aseguraban la calidad de vida de sus habitantes.
Estructurada en torno a dos
calles principales (cardo y decumano), la ciudad romana se ubica en un enclave perfectamente estudiado por los ingenieros: se tenía en
cuenta la orientación de los vientos, la posición con respecto al sol y, sobre
todo, la existencia de manantiales que abasteciesen de forma continua agua de
gran calidad a las fuentes públicas, a las termas y a algunas casas particulares.
Los edificios y servicios públicos y de ocio iban colocados estratégicamente por toda la trama urbana y el resto de espacios estaban ocupados por las casas: insulae y domus.
Los edificios y servicios públicos y de ocio iban colocados estratégicamente por toda la trama urbana y el resto de espacios estaban ocupados por las casas: insulae y domus.
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