Los romanos conocieron una gran variedad de juegos y actividades lúdicas de las que participaban tanto niños como adultos: existían juegos de grupo al aire libre, como el escondite, tirar de una cuerda o la gallinita ciega; conocían los balancines, el yoyó, las peonzas, las canicas, las tabas o las cometas; jugaban a los dados, a cara o cruz y a otros juegos de azar; y sabemos que eran muy aficionados a los juegos de mesa con un tablero, fichas y dados.
Algunos de
estos juegos de tablero son de creación propiamente romana, otros vienen de
Grecia o de Egipto y otros tienen origen desconocida.
Estos juegos de tablero también fueron conocidos como juegos de calculi, ya que utilizaban los cálculos, o sea, pequeñas piedras de diferentes colores que servían de fichas. Se han conservado tableros hechos de diferentes materiales como piedra, madera, cuero, tela, arcilla, cemento o mármol. Las fichas estaban hechas de cristal, de barro o de hueso y los dados, por lo general de hueso, aunque también los conservamos de madera, marfil o metal.
Tuvieron un
papel muy relevante en la vida cotidiana, tanto en el ámbito privado de las
casas como en locales públicos, como tabernas, termas o prostíbulos, pero
también era frecuente verlos dibujados en
las aceras y es fácil suponer que
tenían la finalidad de sacar provecho económico de los incautos que cayeran en
la trampa de los estafadores callejeros.
Además, los
soldados romanos solían llevarlos en sus campañas militares y, quizás, es por
esto por lo que se han encontrado restos de estos juegos por todo el Imperio,
desde Egipto hasta Turquía o Gran Bretaña.
Pero los
juegos, según Marcial y Séneca, con frecuencia representaban un serio problema,
ya que podían provocar adicción, como la ludopatía, o peleas entre jugadores
debido a las trampas o a las deudas contraídas.
Para paliar
esto, se dictaron las leyes aleariae,
que prohibían las apuestas en los juegos de azar, aunque permitía aquellas donde
el resultado dependiese de la habilidad, la fortaleza o valor de los
participantes, como son las carreras de carro en los circos o las luchas en los
anfiteatros.
Las multas por apostar en juegos de azar eran un múltiplo de la cantidad apostada y, encima, las leyes no reconocían ni las deudas de juego ni los delitos cometidos a causa de éstas, por lo que en ocasiones las deudas se saldaban con la pérdida de libertad del deudor. Pero, a pesar de esto, los romanos siguieron jugando con relativa frecuencia.
Sólo se permitían las apuestas entre el 17 y el 23 de diciembre, o sea, en las Saturnales.
Para aprender a jugar como auténticos romanos, hemos recreado once juegos distintos y de cada uno hemos realizado varias réplicas en diferentes soportes: éstas en madera, éstas en escayola, éstas en cuero, éstas de aquí en piedra y éstas en arcilla.
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Los tableros
los hemos marcado de diferente manera: unos los hemos raspado, otros van
lijados, otros con pirograbado y los de barro los hemos modelado y les hemos
dado una apariencia de cobre oxidado por los años.
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Las fichas y los dados están hechos con resina, madera, pasta de madera, escayola, arcilla, piedras de colores, pasta vítrea y teselas de mosaicos.
Los cubiletes los hemos fabricado con madera, envases de plástico, gasas, escayola y... mucha imaginación.
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Duplum molendinum I |
Duplum molendinum II |
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