Tras la llegada de
los romanos a la Península, se inicia un proceso de cambio conocido como Romanización,
por el que las costumbres del pueblo romano penetran en Hispania. La lengua, el
derecho, la religión, las costumbres, el urbanismo y la red de carreteras son
los aportes que marcaron un antes y un después en un territorio previamente
habitado por otros pueblos.
Sus duras luchas
contra los cartagineses, en un primer momento, contra los lusitanos y
numantinos medio siglo más tarde y contra los cántabros y astures a principios
del Imperio no fueron impedimento para extender su dominio sobre las tierras
más occidentales del continente.
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